Partiendo del sueño “Me gustaría que mi centro… hiciera de la
diversidad un valor enriquecedor”, es necesario reconocer la diversidad del
alumnado como un elemento de riqueza cultural. Somos iguales en nuestra
diferencia, pero en la diferencia no podemos olvidar la igualdad porque puede
llevarnos a la segregación.
Una fortaleza del centro son los
agrupamientos en grupos heterogéneos y las adaptaciones individuales
inclusivas, frente a la segregación que excluye y genera bajas expectativas. No
obstante, la todavía no implantación de algunas actuaciones de éxito (grupos
interactivos, tertulias dialógicas), que mejoraría el aprendizaje de todos los
alumnos, se apunta como debilidad a superar.
Las prácticas educativas inclusivas
generan mediante el diálogo entre los participantes lazos de solidaridad,
obteniendo mejores resultados. Aprender mediante la suma de lo que aporta todo
el alumnado, compartiendo sus conocimientos y experiencias contribuyendo a un
mayor enriquecimiento y, por lo tanto, un mayor aprendizaje.
Partiendo del aprendizaje dialógico
se desarrollan las actuaciones de éxito que contribuyen al desarrollo de las
competencias. Esta actuación lleva a la realización de proyectos conjuntos que
promueven compromiso, acción y transformación.
La escasa participación de las
familias es una debilidad que desgraciadamente comparten muchos centros. El
tipo de participación es generalmente informativa, se basa en aportar
información a las familias sobre decisiones tomadas previamente por el
profesorado, o consultiva, se basa en consultar a las familias sobre las
decisiones que tomará el profesorado.
La oferta formativa de los centros
educativos debería incluir también a las familias. Ofrecer espacios y programas
formativos en actuaciones de éxito según las necesidades de la comunidad
educativa, para que se acerquen al centro y colaboren en otras actividades,
mejoren su nivel cultural, creando espacios de aprendizaje comunitario.
Las
familias, además de participar en la formación de familiares basada en
actuaciones de éxito, pueden forman parte en el desarrollo de las actividades
de aprendizaje del alumnado, tanto en el horario escolar como fuera de mismo.
La
inclusión de las familias en la vida escolar y en la toma de decisiones
respecto a la educación de sus hijos, sería un objetivo a conseguir con el
tiempo.
Esta participación promueve la aceptación
cultural y mejorar el rendimiento educativo del alumnado pertenecientes a
minorías culturales.
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