Según Gracia y Elboj (2005), los
grupos interactivos pretenden, entre otros objetivos, disminuir la competitividad
y generar la solidaridad, aumentando simultáneamente el aprendizaje académico y
la participación del alumnado en las clases.
Los grupos interactivos son una forma de organizar el aula con la que se obtienen resultados adecuados en cuanto a lo que respecta al aprendizaje y
la convivencia.
La finalidad de éstos es intensificar el aprendizaje mediante interacciones que se establecen
entre grupos de iguales. A través de los grupos interactivos, se logran interacciones
más eficaces, a la vez que aumenta el tiempo de trabajo efectivo.
La distribución del alumnado dentro
del aula, se lleva a cabo en grupos de unos cuatro o cinco alumnos, dependiendo
número por aula. El criterio que se debe seguir para la formación de estos
grupos es el de la heterogeneidad, es decir, los alumnos y alumnas deben ser lo
más distintos entre sí en su nivel de competencia, género, cultura, idioma y
origen étnico.
De este modo, se favorece su
inclusividad evitando la segregación y competitividad que se genera al sacar al
alumnado etiquetado como señalado como “difícil” o “lento” del aula para aplicarle adaptaciones
curriculares y que puede dar lugar a un aumento del fracaso escolar,
especialmente del alumnado segregado, y puede
generar un mayor número de conflictos.
Según Gracia y Elboj (2005), no
se trata de sacar ciertos alumnos y alumnas de clase, sino por el contrario de
introducir en el aula los recursos necesarios para que los alumnos puedan
seguir su educación con las máximas expectativas posibles”.
Según explican Puigvert y Fecha
(2004), cada grupo está gestionado o supervisado por un adulto que puede ser un
orientador, un voluntario, un familiar, un exalumno, un profesor especialista,
etc. Este voluntario no es un profesor del grupo, sino una persona que favorece
las interacciones entre el alumnado, “si un niño no sabe hacer una cosa, anima
a la niña de al lado a que se lo explique”.
A su vez, todos los grupos están coordinados
por el profesor del aula, quien programa las actividades didácticas con
relación a unos objetivos curriculares, dinamiza la sesión y coordina los
tiempos.
Cada actividad es planificada
para ser realizada en unos 20 minutos. Es aconsejable que al inicio de la
sesión el tutor haga una pequeña introducción del tema que se va a trabajar.
Tras completar una actividad,
todos los grupos cambian de actividad, rotando y trabajando con un tutor distinto.
Como resultado de esta dinámica, todos los alumnos del aula han trabajado en
distintas actividades curriculares diferentes y han interactuado con voluntarios distintos,
además de con sus compañeros de grupo. Aunque las actividades de cada
grupo sean diferentes, lógicamente han de han de estar relacionadas, ya que la
temática general es la misma para todos.
Para finalizar la actividad el
profesor debe exponer las conclusiones a las que se ha llegado tras haber
realizado todas las actividades.
Los grupos interactivos han
demostrado que consiguen incrementar el nivel del aprendizaje instrumental, así
como la motivación de los estudiantes que participan en ellos, pues ya no se
trata de clases magistrales en las que tienen que pedir el turno para
hablar, esta dificultad queda superada por esta forma de organización que
fomenta la participación de todos y cada uno de los miembros del grupo.
Según palabras de Ramón Flecha, “los
grupos interactivos se han identificado como una forma exitosa de agrupación
del alumnado de forma heterogénea. No se trata de un concepto nuevo, ni de una
ocurrencia educativa más, sino de una evidencia avalada por la comunidad
científica internacional y por numerosos casos de éxito que demuestran que
cuando se aplica este modelo de éxito, el fracaso escolar se reduce
notablemente, dando lugar a un incremento de las competencias básicas de los
niños y a un aumento de su desarrollo emocional”.
Trabajo realizado para el curso Convivencia Escolar: prevención e intervención. Edición 2016 (INTEF).
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